El país ante un agujero negro residual, tóxico, infeccioso y radioactivo por mal manejo de residuos hospitalarios

Panorama Reportaje._ Contaminación extrema en todos los sentidos. Radioactividad, alta peligrosidad, falta de políticas reales y de voluntad política. ¿Dónde van a parar los desechos hospitalarios? A todas partes. Un barril letal a punto de estallarnos en plena cara. Las entidades encargadas de velar por el cumplimiento de la norma… Muy bien, gracias. Miran hacia otro lado. Todos en peligro, nadie está a salvo.

Imagine estar sobre una bomba a punto de hacer explosión o implosión, no se sabe cuál es peor, lo cierto es que así estamos en República Dominicana ante la inoperancia y falta de supervisión en cuanto al manejo, selección y disposición final de los desechos hospitalarios y farmacéuticos que se generan diariamente en el país. La dejadez oficial se ha entronizado en este aspecto.

Un laberinto de leyes, normas, decretos, disposiciones, reglamentos, ordenanzas, convenios internacionales y otras cositas más, repartidos entre una maraña de instituciones que tienen a su cargo velar por la supervisión y cumplimiento de lo que establecen los anteriormente mencionados, dan por resultado la inoperancia total y definitiva ante un problema con un alto potencial de destrucción ambiental y un grave riesgo para la salud pública en general.

Para el destacado ambientalista, presidente de la Comisión Ambiental de la UASD y miembro de la Academia de Ciencias, Luis (Cucho) Carvajal, “a pesar de todo el andamiaje legal existente, este no se respeta en ningún sentido”. ¿Razones? Un tinglado de entidades encargadas de la vigilancia y supervisión de estos desechos altamente peligrosos, pero todas se mantienen de brazos cruzados, sin hacer nada.


Caos municipal en SDE: el desorden impera por falta de políticas efectivas

“Ese marco legal nunca se ha cumplido en lo más mínimo. Lo primero es que ha habido muchos conflictos de aplicación por intereses de naturaleza económica”, entre las entidades que tienen a su cargo todo el engranaje del manejo y disposición final de los residuos hospitalarios, explica el ambientalista.

Dichas instituciones, los ministerios de Medio Ambiente y Salud Pública, son los rectores de todo el tinglado, y le siguen la Comisión Nacional de Energía y finalmente, los ayuntamientos, que no deberían tener vela en este entierro, pero la irresponsabilidad de las rectoras, los obliga al manejo directo e inadecuado de dichos residuos, todos peligrosos, aunque en distinto grado de letalidad.

Porque la verdad ha de ser dicha y es cierto que, al final, la responsabilidad recae sobre las alcaldías, que tienen a su cargo únicamente el manejo y disposición final de los residuos estándar, es decir, la basura común y corriente.

Una normativa creada en el papel, pero en realidad, no sirve para nada

La norma que rige toda la estructura de manejo, etiquetado y disposición final de los residuos hospitalarios en general, todos considerados de alta peligrosidad, entre los que se encuentran los infecciosos, tecnológicos, biológicos, radioactivos, cortopunzantes, está contenida en el decreto 126-09, sobre los desechos y residuos generados por los centros de salud y afines, emitido el 14 de febrero de 2009, por el entonces presidente Leonel Fernández.

El artículo 2 de dicho reglamento establece de manera clara y precisa que la norma “se aplicará a todas las instalaciones en el ámbito nacional, tanto públicas como privadas, relacionadas con la prestación de servicios de salud y afines que generen desechos infecciosos, radioactivos y biológicos”.

En este marco reglamentario se engloba tanto a clínicas y hospitales, consultorios médicos y odontológicos, farmacias, laboratorios clínicos, laboratorios de producción de agentes biológicos, de enseñanza y de investigación, establecimientos farmacéuticos de producción, como en los farmoquímicos, humanos y veterinarios.

Más aún, incluye “todo establecimiento en que se realicen procedimientos invasivos, centros de promoción de salud, prevención de enfermedades, diagnóstico, tratamiento y rehabilitación; al igual que centros de docencia e investigación con organismos vivos o con cadáveres; bioterios y laboratorios de biotecnología, centros de pigmentación y tatuajes, clínicas de estética, morgues y funerarias, así como también cualquier otra entidad o persona que genere este tipo de desechos”, más claro, ni el agua de manantial, que se enturbia ante la inoperancia estatal.

Lamentablemente, y a pesar de que este reglamento es muy específico y rígido, y establece sanciones para los que no cumplan lo establecido, las dos entidades a cargo de su cumplimiento, Medio Ambiente y Salud Pública, no hacen nada para cumplir lo establecido. Y que desmientan lo que aquí se escribe.

Para muestra, un botón

Aunque no hay información reciente de la cantidad de desechos y residuos hospitalarios que se producen en el país, datos de 2022 indican que “solamente los 37 hospitales públicos del Gran Santo Domingo generan alrededor de 123.5 toneladas al mes, lo que es igual a 272,270.89 libras de desechos biomédicos (aproximadamente 4.1 toneladas diarias, equivalente a 9,038.95 libras).

Mientras, 29 clínicas privadas generan cerca de 92 toneladas mensuales, es decir, 202,825 libras (3.1 toneladas diarias, lo que equivale a 6,834.33 libras). Tenemos que los desechos biomédicos peligrosos representan alrededor del 20-25 % del total de los desechos generados por los establecimientos de salud”, con el agravante de que estos no son debidamente tratados según el grado de peligrosidad y riesgos de infección y contagios. Estamos hundidos en un agujero negro, y no precisamente espacial, sino residual y tóxico.

Los datos anteriores provienen del Plan de Acción Nacional para la Gestión Integral de los Residuos Marinos, realizado por el Ministerio de Medio Ambiente y publicado en 2023, pero en este sentido, tampoco es mucho lo que se ha hecho. Si se hace un ejercicio matemático, resulta que estamos en un colchón de desechos peligrosos, letales, pero a las autoridades, eso no les preocupa, para nada.

Solo dos depósitos para la deposición final de desechos y residuos radioactivos, tecnológicos y nucleares

La situación se torna cada vez peor, si se toma en cuenta que en el país solamente existen dos depósitos especiales para los residuos radioactivos que se generan no solamente en los hospitales y demás centros de salud, de imágenes, odontológicos, los que se utilizan en la radio y quimioterapia, sino también todos los que se generan en la industria en general.

Este acápite corresponde a la Comisión Nacional de Energía, que, al parecer, se ha olvidado de estos depósitos, cuya capacidad no se conoce ni el tipo de elementos que alberga en su interior y quiénes son los encargados de su supervisión constante. Estamos entre la espada y la pared en este sentido. Y nadie habla ni dice nada al respecto. El Ministerio de Medio Ambiente hace mutis ante la situación, altamente preocupante por el grado de peligrosidad que encierra en su interior. No se digna responder las preguntas, mucho menos los cuestionamientos.

“En Sierra Prieta, cerca de Santo Domingo y en Santiago, se encuentran estos dos depósitos”, dice Carvajal, y agrega que de estos no se tienen informes válidos y reales de su funcionamiento y operación, mucho menos de la manera en que son trasladados los residuos altamente peligrosos a estos lugares.

Agrega que, en un trabajo de tesis para la licenciatura en Farmacia, hace unos años, los estudiantes descubrieron que el 82 % de los residuos radioactivos provenientes de centros hospitalarios y laboratorios farmacéuticos tienen un manejo inadecuado y finalmente van a parar, por lo regular, a vertederos a cielo abierto, con el consiguiente riesgo para la salud del pueblo y el medio ambiente, aunque esta situación parece pasar desapercibida para las autoridades competentes.

A confesión de parte…

Ante la situación imperante de descuido, visible a todas luces, en distintas clínicas y hospitales del país, solo con decir que, en una sala de espera de consulta de un centro de salud privado, apareció muy oronda ¡una cucaracha de las grandes y veteadas!, visto por estos ojos, no me lo contaron. ¿Estaba de visita o es su hábitat habitual por la falta de supervisión? En este sentido, solo sé que no sé nada, solo la vi.

En tanto, el manejo y disposición final de los desechos hospitalarios anda manga por hombro, sin supervisión y mucho menos fiscalización de parte de las autoridades de Salud Pública, a juzgar por las respuestas ofrecidas a través del Portal de Acceso a la Información Pública, son el testimonio palpable de que no se está haciendo absolutamente nada al respecto.

“Actualmente, la función de supervisión directa sobre la disposición final de los desechos hospitalarios no se está ejecutando de manera sistemática. Sin embargo, desde la Dirección de Salud Ambiental se están desarrollando procesos de evaluación y capacitación dirigidos a los centros de salud, enfocados en el fortalecimiento de la ruta técnica para el manejo adecuado de estos residuos”.

Es decir, que no tienen una fiscalización continua y constante sobre los desechos y residuos hospitalarios, pero mucho menos tiene Salud Pública la menor idea de lo que hace la Comisión Nacional de Energía con los desechos radioactivos y tecnológicos hospitalarios. Prácticamente, es un limbo de inactividad que espanta.

Si el ministerio no supervisa el manejo, almacenaje y disposición final de los desechos que generan los hospitales y centros de atención públicos, mucho menos los de los privados, que suman miles en todo el territorio nacional, ¿a qué nos exponemos?

A este respecto, el director de Salud Ambiental, Luis Cruz, considera, cree, piensa que “en la práctica, los centros de salud contratan empresas especializadas para la recolección y disposición final de los desechos hospitalarios”. ¡Caramba! La inocencia personificada.

Lo cierto es que en la realidad no es así. Todo va a vertederos a cielo abierto con el consiguiente riesgo para la salud, el medio ambiente y todo el entorno circundante, y si puede ser peor, también se convierte en relleno sanitario.

Sobre el tema, Luis Carvajal expone que en el país solo hay cinco compañías que supuestamente “tienen licencia de Medio Ambiente para operar en cuanto al manejo, recolección y segregación de los residuos hospitalarios, las que cubren menos del 18 % de los residuos y de este total, las dos terceras partes van de manera directa a los vertederos a cielo abierto”. ¿Quién responde a esta situación de alta peligrosidad por el grado de contaminación que produce? Se esperan respuestas.

De la cantidad de residuos y desechos hospitalarios que se generan, la respuesta de Salud Pública no deja lugar a dudas: “actualmente no manejamos esa información, pero estamos fortaleciendo nuestro sistema de vigilancia incorporando estos temas”. No saben nada de lo que sucede en cuanto al manejo de estos residuos, mucho menos la cantidad que se genera.

Desde el manejo inicial hasta la deposición final. Por fin, ¿dónde van a parar estos desechos?

Un problema de salud pública y ambiental reducido a algo sin importancia, es lo que tenemos con el asunto del manejo de los desechos hospitalarios. Las empresas privadas que se dedican a su tratamiento y disposición final cobran “casi un ojo de la cara”, pero los hospitales no tienen un presupuesto definido para el tratamiento de estos desechos, y tampoco cuentan con personal calificado para realizar el trabajo de clasificación y empaque de los desechos.

Carvajal reitera la falta de logística existente desde los ministerios responsables, Medio Ambiente y Salud Pública, hasta los centros de salud, cuyo número tampoco se conoce, todos generando diariamente todo tipo de desechos infecciosos y peligrosos, mal manejados, peor clasificados y más mal almacenados. Entonces, ¿qué nos espera en un futuro no muy lejano?

Si una funda de 55 galones más la certificación ambiental para los desechos hospitalarios cuesta 180 dólares, no es de extrañar que se prefiera poner en peligro la vida de los ciudadanos en lugar de cumplir con lo que establece la norma vigente y la Ley 225-20 de manejo de residuos sólidos, que no termina de ser completada, dejando de lado algo tan importante como la salud pública y el manejo de los desechos hospitalarios.

Respiramos desechos, caminamos sobre desechos, y nadie hace ni dice nada al respecto. Sea usted el jurado.

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